2002. Odio las clases de judo del colegio. A veces simplemente me dejo hacer. Me da miedo volver a hacerme daño en la rodilla y tener que oler a aquel spray toda la noche. A los 13 años me dedico a confundirme pensando qué chica tiene el pelo más bonito y confundo amistad con amor. No me gusta cambiarme con los demás chicos, me hace sentir incómodo. Suelo cambiarme en un baño aparte y tardo lo que quiero y más en arreglarme, por lo que volveré a llegar tarde a la siguiente clase. Giro el pestillo y cuando abrol la puerta él está al otro lado con una toalla atada en su cintura. Me mira a los ojos durante dos segundos y después retira la mirada y entra en el vestuario. Yo le sigo. Se sienta en el último banco. Me siento en el de enfrente. Se pone de pie y se quita la toalla. Cuando entramos juntos en la clase de matemáticas siento que en cualquier momento echaré a volar. Creo que le quiero. Dos días después me dirá que quedará entre los dos, que será nuestro secreto para siempre. Me callaré su nombre toda la vida y cuando nos crucemos por la calle su mirada me recordará el sabor de sus lágrimas y me sonreirá. Se sigue mintiendo.
2004. Me he enamorado de verdad. No sé cuándo empecé a hacerlo, pero ver su sonrisa es lo mejor que me ha pasado. En vez de tener miedo por ser lo que soy, lo tengo porque termine el curso y tengamos que alejarnos. Tiene una cara preciosa y sé leer en sus ojos que aunque quiere parecerse al resto, no es como los demás. Cuando nos cruzamos por el pasillo el tiempo se ralentiza y un escalofrío me recorre el cuerpo. Comienza a hablarme de vez en cuando. Comienza a hacerlo a diario. Me habla en cada clase. Soy tan feliz que sería capaz de gritarle te quiero en mitad del patio. No puedo dejar de mirarle y todo el mundo empieza a notarlo. Él no se da cuenta. Cuando no puedo más le escribo una carta y me voy llorando del instituto. Al día siguiente nada ha cambiado. Le seguiré escribiendo y seguirá rozando mi mano cada vez que quiera. A su novia le hago gracia. A sus amigos también. Le quiero y le respeto más que todos ellos juntos, por lo que obvio todos sus gestos y miradas. Pasaremos varios turnos juntos y en el momento en el que por fin me decida a arriesgarme a rozar su boca, ella abre la puerta y él se convierte en un recuerdo para siempre. Venecia, especial por algo, guardará el resto de la historia.
2006 - 2008 Paso demasiadas horas en el ordenador y, entre correo electrónico y página web de fantasía, encuentro un concurso de realidad virtual que me llama la atención. Me apunto sin saber el porqué. Allí está él. Supuestamente heterosexual tarda una semana en decir que quiere intentarlo conmigo. Me humillaré durante dos años apostando por alguien que, limitado por sus inseguridades, sus mentiras y sus miedos, jamás dará la cara ni por mí ni por él, cuya existencia se reducirá a un ente al otro lado del monitor. Recorro cientos de kilómetros que me ayudan a quitarme la venda que tan ciego me ha tenido. Todos lo veían menos yo. Y sin embargo ha sido como tuvo que ser. He llorado tanto y me ha hecho tanto daño... pero he aprendido mucho y he madurado aún más. Una de mis mejores amigas en la actualidad, Sara, un día me ayuda a completar el puzzle. No volveré a saber de él nunca. Sonrío al recordarle por lo bobo que fui. No cambiaría nada.
2008. La universidad es un mundo aparte. He cambiado mucho en poco tiempo y comienzo a saber quién soy. Una noche de diciembre te cruzas en mi camino y semanas después me regalas el primer beso de amor en una sala de los cines Capitol. Eres un idiota demasiado diferente a mí y a los pocos días decidiré dejarlo. Tú te quedas con alguien que no quieres de verdad y yo con aquel beso que siempre guardaré en mi caja de recuerdos.
2009. El amor verdadero del que hablaba tanto sin conocer. Le tenía demasiado cerca y no me había dado cuenta. Todas las experiencias anteriores se mezclan en mi cabeza y me hacen sentir miedo de ir demasiado rápido o despacio. No sé qué hacer. Me robarás un beso en los labios en mi estación de metro y empezaremos a salir el 28 de noviembre. Serás el primer chico que me respetará, me querrá y me dará una relación sentimental duradera, cierta y sólida. Comienzo a imaginar mi futuro a tu lado. Lo sigo haciendo. Te amo.
2010. A la 1 de la madrugada se levanta de su asiento del autobús y se coloca frente a mí. La situación es incómoda pero sé a qué juega. Conozco a los que son como él. No pienso mirarle porque no le conozco de nada. Se sujeta de la barra y va estirando el brazo para intentar rozar mi mano. La aparto. Saco un libro y sin leerlo intento que el tiempo pase todo lo rápido que pueda. El autobús va demasiado lleno. Se olvida de alguien e intenta hacer que yo también me olvide. Miro el polígono por el cristal y él busca mi mirada. Levanto la ceja y vuelvo a mi libro. Sonrío por lo estúpida que es la situación. Al fin se marcha y me da una idea con la que actualizar el blog.