28 nov 2010

XXV.

Uno nunca deja de sorprenderse. Hace poco lo hice cuando me enteré del secreto de las águilas, el ave más longeva. Resulta que el águila llega a vivir 70 años, pero para lograr vivir tanto, cuando alcanza los 40 años tiene que tomar una difícil decisión. En ese momento sus uñas, largas y flexibles, han dejado de servirle para atrapar a sus presas, y su pico, demasiado largo y puntiaguado, se dobla y le impide lograr el mismo fin. Sus alas, además, se muestran envejecidas y pesan en exceso. Ante esta situación, el águila tiene que tomar una decisión: o morir o enfrentarse a un doloroso proceso de renovación que durará aproximadamente cinco meses (150 días)

El proceso consistirá en volar hasta el punto más alto de la montaña y buscar un nido abandonado que le permita estar cerca de un paredón. Una vez encuentre ese nido se alojará en él y comenzará a golpear con el pico la dura superficie del paredón hasta que éste se le desprenda. Cuando le nazca uno nuevo, se arrancará con él sus viejas uñas. En el momento en el que sus uñas se fortalezcan, comenzará a quitarse, una a una, las pesadas plumas. Después de cinco meses y mucho dolor, teniendo ya un nuevo plumaje, el águila estará listo para vivir otros 30 años.

Esta historia, tan dolorosa como real, podemos entenderla como algo metafórico y aplicable a nuestras vidas. A veces hay momentos en los que debemos desprendernos del pasado - de lo pesado - que nos causa dolor y nos impide salir adelante. Es bastante probable que, sólo cuando estemos libres de esa carga tan latosa, podamos enfrentarnos a una nueva vida.

¿Por qué no ser tan valiente como el águila?

Sunday Morning Birds

12 nov 2010

XXIV.

Jared camina seguido por su sombra cuando cae la noche en Broadway y se aleja de sus calles mientras se desmaquilla la cara. El viento mece su pelo de punta y sus ojos de gacela desvirtúan la realidad de todo el que se le cruza. 'Que jamás me había gustado un tío', le dirán luego muchos entre sábanas, cuando pierden su identidad para convertirse en almas libres, sin quebraderos de cabeza. Subido al escenario parece un ángel.

Ethan se desliza por el centro de Londres, como un funambulista que sigue una línea recta que no debe perder de vista si no quiere eliminar la perfección que dibuja a su paso. Cuando los ojos de Derek interfieren en su camino, ambos perciben cómo -poco a poco- las luces que contextualizan la escena se tornan veloces mientras sus cuerpos parecen drogados y ese cruce de miradas parece eterno. Le suelta la mano de golpe a todo lo que planificaba ser y ve, como un simple espectador de la película, cómo se parte su corazón en mil pedazos cuando se gira y él no lo hace.

Kissel corre sin pensar en nada por alguna calle sin nombre de Berlín, sabiendo que sería difícil continuar juntos con la guerra mientras, a diez metros, Adolf se tira al suelo con lágrimas en los ojos dejando ir lo que más quiere en la vida. Incapaz de dejar ir su aroma, golpea el viento contra su cara y abre la boca intentando comerse el olor de la piel del judío al que sus compatriotas no le dejan amar. Cuando Kissel sea gaseado, le sangrarán las marcas que dejaron en sus pies las espinas de las rosas que se clavaron en sus tobillos la primera vez que hicieron el amor.

El Duque pasea a caballo por Lerma cuando el noble le guiña un ojo, tras lo que el primero pierde la noción de la realidad y cae al suelo. El noble se acerca y le cura le herida con un beso en los labios que aviva la histeria de la reina, que esa noche sorbe sus lágrimas y hace jirones su ropa. Infelices para siempre.

'Todo lo que sabemos del amor es que el amor es todo lo que hay'
( Emily Dickinson)

Sunday Morning Birds

 
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